Tuesday, June 30, 2009

Tres sitios en Nha Trang

Nha Trang es una ciudad relativamente pequeña en la costa vietnamita, a 10 horas en bus de Saigón. Su principal atractivo es su playa, pero también tiene sitios llenos de historia y cultura, sitios que muestran una cara distinta de este país diverso, rebosante de historia, y de un entorno natural hermoso, frondoso, y colorido. Si uno tomara un bote en esta playa y se adentrara en el Pacífico siguiendo una línea recta en la dirección apropiada terminaría en las costas ecuatorianas… pero acá, al otro lado del mundo, la vida de playa se siente distinta. Las motocicletas ubicuas se mezclan con cometas, banderas rojas con la hoz y el martillo, catedrales católicas, estatuas gigantes de Buddha y templos ancestrales del pueblo Cham.

Se me antoja dejar memoria escrita de tres, de los muchos lugares de por aquí que merecen ser recordados. El primero es la catedral: un templo católico construido en piedra en lo alto de un monte, y que parece dominar una parte importante de la ciudad. El templo como tal es precioso, pero lo más llamativo es su contraste con las decenas de banderas rojas que decoran las calles de la ciudad. Las hay con dos motivos: la bandera del país (roja completa con una estrella amarilla en el medio) y el símbolo comunista de la hoz y el martillo.



Una segunda parada fue una estatua de Buda gigante, también ubicada en la cima de un cerro, y que parece reinar sobre un sector de Nha Tram en el que la catedral católica empieza a perderse de vista. La estatua es parte de un complejo más amplio que incluye un monasterio, una estatua de Buda dormido muy conocida en esta región, y un cementerio. La llegada al templo fue mágica. Desde abajo se podía escuchar las voces de los monjes al interior de la Pagoda, cantando plegarias de fe con sonidos extraños pero hermosos. Una mezcla de mantras y música sacra que, intercalados con el tañido de una campana, creaban una atmósfera solemne.

Las escaleras de subida al Buda Dormido estuvieron llenas de ancianos y discapacitados pidiendo caridad, una escena en extremo cotidiana y conmovedora de esta Conchinchina de contrastes. También habían otras gentes, variopintas, curiosas, incluyendo una madre con su pequeño hijo vietnamita, a quien había vestido de pies a cabeza con un uniforme de camuflaje que tenía bordado en los brazos la bandera de Estados Unidos y en el pecho la leyenda “US Army”. A nadie llamó la atención, pero yo no pude dejar de mirar al niño por un largo tiempo, cautivado por lo fácil que es hacerle desplantes a la historia en nuestra vida cotidiana, y con algo de desazón.



Luego de la estatua de Buda Dormido continuamos nuestro camino hacia la estatua gigante de Buda en la cima del cerro. Hacer estatuas de Buda, hay que decirlo, no es un asunto fácil. Lo complicado no es, como uno que otro se apresurará a comentar, la barriga. Lo complicado es la expresión de la cara. No puede estar muy contento, pero tampoco puede verse triste. Una buena estatua de Buda es aquella que retrata al príncipe simplemente en paz, en perfecta armonía interior y con el mundo que lo rodea.



Por una de las escaleras a las que se puede acceder desde la cima de la montaña se llega a un cementerio, en donde todos los nichos son pequeños, conforme a las necesidades de la tradición budista de cremar a sus muertos. Incluso las paredes de la propiedad están hechas de estos nichos y coronadas por tejas rojas. En muchos de los nichos, además del nombre y fecha de la muerte de la persona cuyas cenizas albergan, puede verse una fotografía en blanco y negro. Las fotos muestran rostros de todas las edades, la mayoría inexpresivos… En medio de todos los nombres desconocidos encontré dos nichos, uno al lado del otro, con rostros de personas jóvenes, varón y mujer. ¿Cuál habrá sido su historia? ¿Se conocieron? ¿Quién los cremó, quién colocó las fotos y la inscripción, quién los lloró? Dos perfectos desconocidos que vivieron hace muchos años al otro lado del mundo, y cuya existencia y desaparición no harán ninguna diferencia en la vida de nadie en el resto del planeta… O talvez no tanto. Talvez hicieron una diferencia en mi vida ese día, cuando por mera casualidad me detuve frente a sus cenizas.

El tercer sitio también se encuentra en una elevación, ésta no tan alta como los dos anteriores. Se trata de las torres de Po Nagar Cham. Estas estructuras, la más antigua de las cuales fue levantada en el siglo 7, han servido como sitios de culto religioso a diferentes grupos que, a lo largo de los años, han ocupado este territorio. Sin embargo, por su origen y características arquitectónicas y por el uso que se les ha dado durante la mayor parte del tiempo, se las considera representativas de los Cham, un grupo étnico con mucha historia en esta región del mundo. Una dosis de historia, de esas de más de 200 o de 500 años que me cuestan mucho asimilar a plenitud, quizás por falta de costumbre.

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